
Bueno, como ya se hace costumbre, las tragedias son las únicas capaces de asombrar a las autoridades y provocar algún tipo de cambio o fiscalización. La explosión de grisú dejó a la luz la ilegalidad en las cuales trabajan cerca de 20 pirquenes en Curanilahue (Chue), pero también reflejó la necesidad de los habitantes de esa comuna por tener un ingreso monetario digno, aun a riesgo de su integridad. Las cifras - en un intento de reflejar la crítica situación social - demuestran que Chue tiene un 30,9% de pobreza y más de un 15% de cesantía. Por eso que la necesidad puede más que la seguridad.
Todos reaccionaron y saltaron con la explosión. Todos acusaron las minimas condiciones de seguridad de las faenas. Todos acusaron la falta de inversión. Todos acusaron el fracaso de las políticas gubernamentales en la provincia (nótese el Plan Arauco). Todos acusaron la ilegalidad de los pirquenes. Todos acusaron la falta de fiscalización. Todos acusaron la ignorancia del tema de los pirquenes que tenía la ministra de minería, Karen Poniachik, quein dijo que estos piques estabnan bloqueados (¿?). Todos acusan, pero nadie es capaz de hacer algo concreto y tengo muchas dudas que lo harán.
Es mejor para la gran mayoría que los pirquenes se mantengan operativos, ya que su funcionamiento maquilla las cifgras de cesantía y no aumenta la temperatura de la olla social que vive la provincia. Si ocurre una nueva tragedia, bueno, será culpa del dueño del pirquén y no de aquellos que deben fiscalizar las normas de seguridad. El hilo SIEMPRE se corta por lo más delgado.
Lo peor es que se hace vista gorda porque todos los pirquenes que funcionan en la zona minera son ilegales o están en gran riesgo de desplomarse. El único filón que cuenta con todos los permisos necesarios y que trabaja con "seguridad" es el chiflón Fortuna de Lebu, que da trabajo a más de 400 personas. Esta mina también tiene fecha de muerte, la que se estima para el año 2014. Que no se repita la historia de los mineros que jubilaron de Schwager y Trongol, que no tuvieron la suficiente capacitación para invertir su dinero ahorrado y ahora permanecen de brazos cruzados esperando una nueva oportunidad.
Seguirá sin duda el ciclo. Continuará la costumbre de ver a hombres con pala y picota, los chinchorreros en los riachuelos y playas, una postal clara de una pobreza endémica de una zona que por décadas alimentó al país y que ahora recibe el pago de Chile. Más empleos de emergencia no solucionan el problema ni tampoco las peleas por el lento caminar del Plan Arauco. Se necesita despejar egoísmos, fortalecer los objetivos y preocuparse finalmente de aquellas familias que vieven en un país no feflejado en magnas cifras de crecimieno. No es exageración lo que digo, es la realidad que se ve a diario al transitar por cada una de las 7 comunas de esta "punta de riel" que es Aracuo indómito.
1 comentario:
buena columna compañero, que pena que en Curanilahue se sigan repitiendo los mismos errores de fiscalización y ayuda para con los trabajadores de las minas, esos que sustentaron la economía de nuestro país durante largas décadas. Debe ser uno de los trabajos más sacrificados y menos remunerado, ver los rostros carbonizados y sudados de gente humilde explotada y poco valorada, da entre pena e impotencia.
saludos compipa
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